Muchos salmantinos nos sentimos avergonzados y humillados por la actuación caciquil y ridícula de nuestro alcalde, y pedimos al mundo que no mida a todos los vecinos de esta pobre ciudad con el mismo rasero que a don Julián Lanzarote, una de las personas más incultas de Castilla y León. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que en realidad al alcalde salmantino, al Partido Popular en general, el Archivo General de la Guerra Civil Española le tiene sin cuidado.
Ese buen hombre comenzó su mandato guillotinando el prólogo de un libro de regalo editado por el Ayuntamiento, por el mero hecho de que lo firmaba el anterior alcalde, socialista. Ordenó el derribo de un depósito de agua de mediados del XIX, una joya de la arquitectura del hormigón armado, contra el criterio de todos los especialistas. Impulsó la construcción de un auditorio en un solar del Casco Histórico, empeño en el que no cejó hasta que la Unesco amenazó con retirar a la ciudad el título de Patrimonio de la Humanidad. Lleva gastados tres millones de euros en su obcecación personal por derribar unas casas del XIX adosadas a la muralla. Ha visto como los tribunales anulaban una tras otra sus cacicadas en materia de urbanismo y de despidos de contratados municipales...
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No es un tema que me preocupe más allá de la desfachatez y falta de escrúpulos de algunos y de la predisposición a ser manipulados de otros. Cada día desconfío más de los medios de comunicación 'oficiales'.
Lo siento pero no he podido contenerme.
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