Mi hija tiene el Síndrome de Down. En cierta manera la envidio aunque parezca de locos y, junto a eso, estoy llena de agradecimiento a la vida por haberme brindado esa inapreciable oportunidad para indagar en la esencia del ser humano y su evolución , entender el valor de todo lo conseguido por el Hombre. Y es que el inmenso esfuerzo que me requiere sacarle partido a las pocas o muchas capacidades que tiene mi hija “discapacitada” para conseguir su autonomía me ha hecho entender desde el principio el sentido que encierra la “creación” en todos los campos de la actividad humana.
Yendo al tema que nos interesa, la música, debo decirte que nunca me imaginé ni por asomo cómo podía ser tan decisiva para un “discapacitado”. Yo ,antes de mi Gran Cambio, oía obras clásicas o contemporáneas, me fascinaba, me hacían sentir , eran capaces de alegrarme, relajarme o invadirme de tristeza, pero ya está. Siempre me intrigó el misterio de la razón última de una creación, no podía ser algo tan narcisista como la satisfacción del autor o la de alimentar su vanidad, o el afán de enriquecerse, ni tampoco que los que tuvieran acceso a su disfrute pasaran simplemente un buen rato. Qué trivial!! La naturaleza es sabia y todo lo que produce tiene que tener un porqué...
Entonces llegó Belén y con ella descubrí algo que la gran mayoría de los creadores ignoran : el gran valor de su obra, de su creación, consiste, por encima de todo, en su utilidad para los demás, que no son más que un instrumento para mejorar la vida de todos y que sus creaciones producen creaciones cotidianas, particulares, íntimas que a su vez influyen en el entorno generando más creaciones que no por ser, digamos, de “menor” importancia artística, dejan de ser creaciones, simplemente, igual que la energía, la creación artística se transforma en social. Lo que día a día se consigue con un discapacitado utilizando toda la herencia creativa supone un paso más en la concienciación social de las raíces humanas, en la “rehumanización” de las personas. Una creación es decisivamente auténtica en la medida en que sea útil y te puedo asegurar que es imposible darle un valor económico, no tiene precio, pero si lo tuviera habría que inventarse unas proporciones para medir dicha utilidad y para eso, recurrir a los discapacitados (y después a los niños) y observar qué resultados provocan en ellos, cómo su creación genera creación.
Para ilustrarte mejor todo lo que te digo, te hablaré de una actividad que realiza mi niña Belén dos veces a la semana y que ha sido decisiva. Asiste, desde que vivo en Cádiz capital hace ya dos años, a una compañía de psicodanza (se llama “Flick Flock”) donde acuden niños sin y con discapacidades varias. Gracias a la danza y a la música ha aprendido a conocer su cuerpo y a utilizarlo, su psicomotricidad se ha disparado y su capacidad de interrelacionarse con los demás me ha dejado asombrada y no digamos la influencia en su capacidad cognitiva y de aprendizaje abstracto. Todo esto le está permitiendo exteriorizar y expresar sus inquietudes y sentimientos, abrir su mundo interior a los demás (sobre todo a sus compañeros y amigos del cole) y hacerles entender que existe algo más profundo que la apariencia, ¿acaso estos niños que la acompañan día a día en sus actividades escolares no están recibiendo una lección de humanidad?, ¿acaso todas las vivencias con ella no son transformadoras a medio y largo plazo?
¿Qué tendría yo que pagarle al que inventó la flauta? Y al que inventó el tambor? ¿Y al del pito de carnaval? Ah los instrumentos de viento que le han permitido aprender a pronunciar al tener que soplar y a distinguir los agudos de los bajos ¡! Y los de percusión que le enseñó a coordinar ambos brazos y familiarizarse con las vibraciones!! Cuánto tendría yo que pagarle en metálico a sus creadores? No, amigo, ya están sobradamente pagados, amortizados sus esfuerzos de su proceso de creación, sólo con ver la enorme utilidad social de su producto. Los autores de las obras representadas por los discapacitados del artículo tienen que considerarse más que pagados y agradecidos por haber sido dignos de provocar tanto “beneficio” humano. ¿Qué más propagando que esa?
Que pague la SGAE a las asociaciones de discapacitados que consideren algunas obras capaces de ser útiles a la sociedad.
Firmado Conchi.
Si esto no remueve conciencias... A mi me ha llegado a lo más hondo.
Gracias Conchi, gracias Carlosues
4 comentarios:
Es la reacción de todos vosotros la que me hace recuperar la fe en las personas. Estoy intentando linkearlo a mi blog pero no puedo, te lo copio y lo pego.
Un abrazo
Eme
Por mi parte no hay ningún problema en que linkees o copies y pegues lo que quieras de todo aquello que puedas encontrar en mis posts, es más, es mi deseo que así sea.
Pero en este caso, creo que sería más justo que linkearas o acreditaras el texto con el blog de Carlosues, que es el emisor de la noticia.
Un abrazo, compañero.
Vaya... momento Kodak.
¿Mandeeeee? :)
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